Por un hilo rojo que unió a dos corazones,
yo existí.
Eso diría un poeta.
Fue un error,
no era él el otro extremo
el destino que te pertenecía, mamá.
Yo que nunca pude sentir el aire
entrar en mis pulmones,
y que dicen que eso es desesperante
la primera vez,
entiendo porque no pude estar con vos.
Pensá que nunca supe que es el odio,
y tampoco el amor,
ni ninguna otra emoción que solo los vivos sienten.
Que solo pude desarrollar una pequeña conciencia a partir de las cosas que me decías,
el tiempo que me dejaste estar en vos.
Y que a través de tus propias palabras entendí el mundo,
y lo que hacías,
y lo que hiciste.
Y ahora tus historias tienen sentido,
ahora que yo estoy acá,
sé que llorabas,
sé que era eso que siempre decías.
Y sé que seguís llorando mamá,
y sé que siempre me recordás,
y sé que siempre soñás conmigo,
a veces dormida, también;
Sé que éste día es el que más te duele,
del tiempo que existe para ustedes;
Sé cómo te duele no tenerme ahí.
Que siempre te arrepentís de haberme regalado el Cielo, a Dios.
Siempre eso decís.
Pero yo, que no se odiar o enojarme o castigar,
yo te quiero, mamá;
yo te amo.
Yo no puedo darte nada,
desde donde estoy.
Hoy, como siempre todos los años,
te amo.
Si yo amo mucho a mamá, acá,
me dice que vos podés sentirlo
y, así, tu corazón deja de sangrar.
Yo no te odio, mamá;
yo estoy esperándote.
Porque quiero conocerte de verdad.
Y todo lo que yo haga acá,
lo vas a sentir vos.
Quiero que tu corazón sienta mi alegría y mi calma
así podés estar en paz.
Ni siquiera tengo que perdonarte,
porque me regalaste toda la paz y todo el amor, como la infinidad,
de nuestro Padre;
Y una Madre
que te espera conmigo para calmar tu dolor,
y abrazarte
y darte todo el amor que yo siento.
Yo te amo, mamá;
te amo.
Te amo mucho, mamá.
No quiero que llores más,
no quiero que te castigues más,
ni que pienses que no puedo perdonar,
porque no tengo nada que perdonarte.
Me regalaste al Cielo y a Dios;
Me convertiste en un ángel,
me salvaste del mundo, del dolor;
de la pobreza, del hambre,
de la soledad;
pero te quiero
y me duele esperarte.
Y pienso que te podés olvidar que tenes que venir para mí,
e irte, para siempre, a otro lugar
donde yo no pueda ir nunca.
¡No hagas eso, mamá!
Por favor.
No te olvides que yo te espero.
Que yo te amo.
Feliz día, mamá.
Te amo, desde el Cielo hasta la tierra, y para siempre.
Te amo.