Sí,
ella es un ángel
que sin querer, me enamoró.
Que sin desearlo ella,
se apareció en mi cabeza
cuando mandaba el mundo a la mierda.
La soñé.
Plantó un punto de desesperación
en mi fantasía,
y en mi realidad.
Su sola proyección
y su mirada,
y sus sonrisas,
y su libertad.
Quizá eso decía el cuento.
Lloró gran parte de su vida,
recordando un amor que no le correspondía;
pero al final, sonrió.
Me descubrí pensándote,
cuando aun debía llorar.
Me descubrí soñándote,
despierta.
Inventando irrealidades realistas.
Creo que ésta es mi sonrisa más verdadera.
Las otras no tenían profundidad, ni propósito.
Quizá es un cuento inventado,
una dulce mentira infantil.
Decir “mi destino”;
o pensarlo como verdad.
A veces lo creí
y a veces, no.
Pero comencé a pensar
que quizá era mi destino
encontrarte.
Buscar, desesperadamente, el sentido;
una nueva dirección.
Solo teniendo para responderme dudas
y en ese humo,
verte.
Y en ese humo,
verte
para despertar mi corazón, otra vez;
y nuevamente, llorar.
Otra vez,
y gritar,
y reír.
Estar acá
para encontrar la pieza perdida de mí destino.
Para encontrar un sentido pequeño
en mi vida;
para llorar, sonriendo,
imaginándote.
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